Por Luis Manuel Arce Isaac
México, 11 jul (Prensa Latina) México, un país rico en atractivos para el turista en todas las modalidades del sector, cultiva además una muy particular y sugestiva denominada Pueblos Mágicos.
Un lugar que clasifique en esa categoría necesita tener, por encima de todas sus características, incluso naturales,símbolos y leyendas únicos.
Son sitios que deben mostrar en sus paredes, su gente y su paisaje la identidad nacional, pero dentro de una magia singular que distinga a cada uno de los demás y emane de sus elementos propios.
Lo más importante es que sea una localidad que, a través del tiempo y ante la modernidad, haya conservado su valor y herencia histórica y cultural.
Actualmente, México se da el gran lujo de sumar en su lista a 132 Pueblos Mágicos diseminados en las 32 entidades federales -incluida la ciudad capital-, la cual se ha ido engrosando desde el primer año de este siglo, cuando se implementó el programa.
Las autoridades de turismo admiten que al principio las condiciones para alcanzar esa categoría eran contar con algún atractivo histórico o religioso, tener accesos por carreteras y encontrarse cerca de otro destino más importante. Hasta 2009 solo 32 comunidades habían cumplido los requisitos.
Cuando un pueblo es designado como mágico, los gobiernos estatal y federal asumen la restauración para incrementar su atractivo y mantienen una vigilancia estrecha sobre las nuevas obras que se aprueben para que no alteren el entorno, el cual contribuye a sostener esa condición.
Incluso, se toman en consideración los colores de las pinturas de las fachadas, la red eléctrica, el drenaje y los jardines en parques y otros espacios públicos, pues todo debe estar en armonía.
Con el desarrollo del plan y las presiones de muchos lugares para que los proclamen mágicos, se disparan los intereses y la competencia entre las gobernaciones municipales y alcaldías, que buscan incrementar sus ingresos mediante un aumento de los visitantes, y eso obliga a una permanente revaluación de cada sitio.
También levanta celos entre aquellas localidades de México -más de una decena- proclamadas por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, pues a menudo acusan a empresarios y turoperadores de no jugar limpio con tal de acumular mayor cantidad de turistas.
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